El español Fernando Vérgez Álzaga encabezará la ceremonia de beatificación del ex obispo de Mar del Plata. Trabajaron juntos 23 años. "Nunca podré olvidar lo mucho que recibí de él", recordó.
El enviado del papa Francisco para la beatificación del cardenal Eduardo Pironio que se hará en Luján el 16 de diciembre, el español Fernando Vérgez Álzaga, destacó en entrevista con Télam en el Vaticano que el purpurado “siempre fue un argentino apegado a su patria y a su gente”, resaltó su “opción por los pobres” y lo recordó como alguien “acostumbrado a trabajar sin aparecer, sin hacerse notar”.
A inicios de noviembre, Francisco autorizó la beatificación de Pironio, creador de las Jornadas Mundiales de la Juventud, luego de que el Vaticano reconociera un milagro logrado en 2006 por la intercesión del cardenal nacido en 1920 en la localidad bonaerense de 9 de Julio y fallecido en Roma en 1998.
Vérgez Álzaga, cardenal español y presidente de la Gobernación del Estado del Vaticano, fue secretario del nuevo beato durante 23 años y representará al Vaticano en la ceremonia por decisión de Francisco.
-Usted será el enviado para la beatificación del cardenal Pironio el 16 de diciembre. ¿Qué recuerda de su tiempo como secretario personal?
Hay recuerdos que nunca se borran. Viví 23 años junto al cardenal Pironio, compartiendo con él jornadas enteras de trabajo, estudio y ministerio. Nunca podré olvidar lo mucho que recibí de él. Su presencia fue para mí una gracia que me acompañará toda la vida. Sobre todo, cuando considero los tiempos particulares en que se encontraba la Iglesia en aquel momento y el camino recorrido hasta hoy.
-Usted lo acompañó varias veces a su 9 de Julio. ¿Qué cree que significó para el beato su experiencia como obispo en Argentina?
Ciertamente, es y siempre fue un argentino, apegado a su patria y a su gente. No se podría entender a Pironio si no se tuviera en cuenta el entorno en el que nació y vivió. Lo mismo puede decirse de su experiencia como obispo. En las diócesis que Pablo VI le confió, primero La Plata como auxiliar el 24 de marzo de 1964, luego Mar del Plata como obispo residencial el 19 de abril de 1972, expresó su gran donación a la Iglesia y a sus hermanos. Mostró a todos su opción preferencial por los pobres y los últimos de la sociedad. Recuerdo también que de 1968 a 1975 fue primero secretario general y luego presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam). Ya en ese cargo demostró un gran amor a la Iglesia y espíritu de servicio. Como pastor siempre vio su ministerio como una responsabilidad nada despreciable, cuidando de los sacerdotes, de sus colaboradores cercanos, de las personas consagradas y de todo el pueblo de dios. En su testamento espiritual escribió, entre otras cosas: “Doy gracias al señor por mi ministerio de servicio en el episcopado. ¡Qué bueno ha sido el señor conmigo! He querido ser padre, hermano y amigo de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas, de todo el pueblo de dios. He querido ser simplemente la presencia de “Cristo, esperanza de gloria”. Siempre he querido serlo, en los distintos servicios que dios me ha pedido como obispo”.
– Se dice que uno de sus grandes legados es la “creación” de las Jornadas Mundiales de la Juventud. ¿Qué dice esto de su lazo con los jóvenes?
No cabe duda de que el nombre del cardenal está estrechamente vinculado a las Jornadas Mundiales de la Juventud. Fue un estrecho colaborador de Juan Pablo II en la realización de estas iniciativas pastorales, que tuvieron un enorme éxito. Como presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, el cardenal descubrió aún más el papel y el potencial de esa porción del pueblo de dios que son los laicos. Pironio fue siempre un joven por dentro, un hombre sonriente que transmitía su amistad con dios.
El cardenal español Fernando Vérgez Álzaga,
-¿Cree que Pironio, su pensamiento, su actividad pastoral, se puede definir como una especie de “puente” entre san Pablo VI y el papa Francisco?
Si se consideran los cargos de confianza que le confiaron los dos santos pontífices, ciertamente que sí. Su actividad al servicio del Sucesor de Pedro se caracterizó por la humildad, el servicio y el disimulo. Estaba acostumbrado a trabajar sin aparecer, sin hacerse notar. Su estilo era el de María que, oculta a los ojos del mundo, estaba presente a los de Dios.
-Pironio es considerado como el primer argentino en haber sido “papable”. ¿Cree que pudo haber sido pontífice, que tenía las condiciones?
No sé si tenía posibilidades de llegar a ser Papa o si sólo eran comentarios que se hacían sobre él. Lo cierto es que su entrega total a la Iglesia y a sus hermanos, su amor a Cristo, su celo por el Concilio Vaticano II y su opción por los pobres no habían pasado desapercibidos a los ojos de los demás.
-Otro aspecto del nuevo beato fue su paso en el Dicasterio para los laicos. ¿Cree que le dio un impulso al rol de los laicos en la Iglesia?
Ciertamente, cuando el cardenal fue enviado a dirigir el Consejo Pontificio para los Laicos le esperaba una gran tarea. Debía redescubrir el papel de los laicos en la Iglesia, confiarles responsabilidades, tratar de disminuir la clericalización, valorar su contribución a la evangelización. Lo hizo con gran entusiasmo, con total entrega, sin mirar obstáculos ni diferencias, sino valorando lo que unía más que lo que dividía.
-Pironio tuvo también un paso decisivo por el consejo episcopal latinoamericano, el Celam. ¿Cuánto influyó, qué legado dejó en esa búsqueda constante de la Iglesia latinoamericana para pasar de ser una Iglesia reflejo a una Iglesia fuente?
– La experiencia del cardenal en el Celam favoreció la consolidación del organismo, sobre todo orientándolo hacia un papel particular: ser un instrumento de comunión al servicio de la Iglesia latinoamericana y caribeña. Recuerdo que estuvo entre los principales promotores de la II Conferencia General de Medellín. Aquel encuentro fue fundamental para la Iglesia latinoamericana, porque redescubrió su rostro de comunidad misionera, llamada a anunciar la buena nueva a todos los hombres, en primer lugar a los más pobres y necesitados. Observó que la latinoamericana “es una Iglesia que conoce su responsabilidad histórica. Pero, sobre todo, entiende que su fidelidad a dios cuenta más que cualquier otra cosa”.
-Otra palabra clave en la figura del beato es “alegría”. Que también retoma el papa Francisco desde su primera exhortación. ¿Cuán importante es este aspecto para usted?
-La importancia de la alegría es fundamental en el cardenal Pironio. Vivió su secuela Christi como una llamada a vivir en plenitud, a no distraerse con el mundo, sino a centrarse en la certeza del amor de dios. No olvidemos que la alegría era una de las expresiones más evidentes del cardenal. Todo el mundo recuerda su sonrisa y la serenidad que se adivinaba en su rostro. Esa sonrisa era la manifestación de una alegría interior que brotaba de la unión con Cristo.